miércoles, mayo 19, 2004

La gran reflexión madrugadora sobre el sentido de la vida:

Llevo dándole vueltas a este tema varios días, y por una razón u otra no había podido contestarla. Pero vamos, si a la humanidad le ha tomado 2 millones de años de historia el siquiera preguntárselo sin llegar a una respuesta, creo que yo puedo tener ciertas consideraciones del público cautivo (además de que se entretienen bastante bien con debrayes aún peores).

A ver, empecemos por mencionar que una rápida búsqueda en Google sobre el "sentido de la vida" (y eso es en español) arroja la nada despreciable cantidad de 1,290,000 resultados. El primero de todos ellos es bastante interesante, se trata de una especie de blog que me llamó la atención por ciertas coincidencias. Es algún fulano que se hace llamar Gonzo, y actualmente está viviendo en Regensburg, justo como uno de los Gargarillas en el exilio, y hace ciertas referencias a algún "mexicano" por ahí. No lo leí todo porque no me interesó, ni me brindó ninguna respuestas a la pregunta que dio nacimiento a este post, pero ahí se los dejo pa que lo chequen si quieren.

En fin, tras este breve desvío del tema, voy a hacer algo radical: dar una respuesta sin rodeos a la eterna pregunta: ¿Cuál es el sentido de la vida en menos de cinco palabras? Bueno, la limitante de las cinco palabras la puso Edgar, pero el asunto es: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué misterioso accidente cósmico hizo que la vida surgiera y evolucionara en la Tierra y además le diera la conciencia de su existir, y, peor aún, fregarse la paz mental tratando de averiguarla? ¿Cuál es la razón de nuestra existencia, individual y colectiva?

En una palabra una (no cinco) yo diría que el sentido de la vida es: VIVIRLA. Así, nada más, a secas. Vivirla y ya. Francamente, con todo lo que ya tenemos que pasar día con día, grandes o pequeñas cosas, rutinarias o extraordinarias, se me hace un ejercicio algo engorroso el preguntarnos todavía qué caso tiene hacer todo eso.

La gente ha buscado la respuesta en la religión, la ciencia, los mitos, las leyendas, la magia, el amor, los saberes arcanos y prohibidos, las hojas de té, el horóscopo, las galletas de la suerte y un interminable etcétera, pero creo que es torturarse demasiado y en balde.

En cualquier caso, yo nunca he creído en el destino, y menos aún en un gran destino colectivo de la humanidad. No hay una verdadera, oscura y grandiosa razón por la que estemos aquí, simplemente estamos, y eso ya es de agradecerse.

En todo caso, si es que existe el destino, quizá haya grandes destinos individuales, objetivos personales que debemos cumplir para tener una muerte pacífica y sentir que hemos cumplido, de otro modo, bien podemos convertirnos en almas en pena que tienen asuntos inacabados.

Leyendo precisamente Watchmen, el excelente cómic que ya fue reseñado aquí, me encontré con una cita de C.J. Jung muy acorde al tema que nos ocupa. La cita aparece al final de capítulo 9 de la saga de Watchmen, volumen que fue premiado como Mejor Número Unitario en los premios Harvey de 1987 (uno de los muchos premios que ganó la ya citada novela gráfica), y dice así:

Por lo que sabemos, el único propósito de la existencia del ser humano es encender una luz de conocimiento en la oscuridad de la mera existencia.

La cita es de por sí interesante, y me vino a la cabeza ahora que estuve en Madrid. Por razones de viaje andábamos por la estación de Atocha, una de las que recibió los terribles atentados del 11 de marzo pasado y de los que todos deben haber oído, y en dicha estación se creó de manera espontánea un improvisado pero emotivo altar a la memoria de todos los fallecidos, con fotos, notas, mensajes de familiares, cientos de velas y toda clase de objetos personales.

Algo que parecía repetirse continuamente eran los mensajes de personas que habían quedado al cuidado de niños pequeños, hijos de muchas de las personas que murieron, quienes de un momento a otro se habían quedado sin uno o ambos padres, y en todo caso, con una luz menos iluminando su existencia, como señala la frase.

Esto me hizo pensar lo que ya dije antes, que quizá no tenemos como humanidad un grandioso y trascendental destino esperándonos, pero de manera individual, para nuestras familias, amigos, y toda la gente que cruza en un momento u otro nuestras vidas, representamos (aunque sea por momentos insignificantes o por vidas enteras) una pequeña luz en la existencia, una luz que al unirse a otras se hace mucho más grande, y que por varios siglos ha encontrado sus muy particulares maneras de agregar conocimiento a la oscuridad de la mera existencia.

Hay mucho más que podría decir, pero la idea de este post es motivarle a cada uno su propia reflexión sobre el asunto. A mí en lo personal me gusta la idea de que, aunque no tenga un destino esperándome, mi vida y todo lo que ella toque, en mayor o menor medida contribuirá a brindar un poco más de luz al vacío de la existencia.

No vivimos simplemente por vivir, estamos aquí por algo. Pero yo soy de la opinión que, más que preguntarnos qué es ese "algo", nos concentremos en hacer todo lo que podamos con nuestra propia existencia para darle sentido a la del resto de la humanidad. Quizá la respuesta no está dentro de nosotros, sino en la interacción de unos con otros.

Como lo dije hace poco, pasan los años y se van agregando personajes a nuestras historias: hij@s, espos@s, amantes, colados y demás, y es un pensamiento agradable el pensar que no estamos solos haciéndonos estas preguntas, y que existen muchas razones por las que nos conviene poner más atención a la vida mientras se desarrolla, que diseccionarla para ver cómo funciona.

Así es esta vida secuencial, sin detenerse jamás, y por lo pronto espero que este post contribuya un poco a la discusión y reflexión de cada uno sobre sus propias viñetas.