miércoles, abril 14, 2004

Diálogos de Themyscira (primera parte):

Para los que no estén familiarizados con la geografía de los cómics, Temiscyra es la isla habitada por amazonas de la cual salió la Mujer Maravilla (Diana Prince, para los mortales).

El día de hoy no podía dejar de hacer aluna alusión a cuestiones feministas o de guerra de los sexos, dado el enorme revuelo que causó dicho tema en la página hermana de Chucho.

Como ya hay suficiente polémica en aquel lado como para encima echarle leña al fuego aquí, remitiré mis comentarios a otro asunto de las relaciones hombre - mujer, esta vez en el marco de una sociedad fundamentalista.

Recordarán que uno de los temas que tengo pendientes es el explicar como dos invitadas sorpresa cayeron en mi casa para hacer de esta semana santa un verdadero viacrucis femenino en el cual expiar todos mis pecados de este año y el pasado.

Pues bien, el asunto va más o menos así: Grace (la que no soltaba las compus, como lo narré en un post anterior) y Sayra (la amiga de mi novia) vacacionaban en El Cairo (Egipto) como parte de un tour, cuando la primera de ellas pagó algo con un billete de 100 dólares. El fulano que le cobró se quiso ver hábil y tranzarla: le dijo que el billete era falso y que se lo iba a quedar. Grace protestó... grave error.

En una sociedad como la egipcia, el que se le haya puesto al brinco seguramente alteró al empleado, que le levantó cargos y rápidamente se la llevaron detenida para hacerle unas preguntas.

Para hacer un aburrido cuento largo mucho mas corto y entretenido, resumiré lo más destacable:

A pesar de que el guía se quedó con ella y le interpretaba más o menos todo lo que le decían, no podía dirigirse directamente a los soldados y funcionarios presentes, simplemente por ser mujer.

Tampoco podía sentarse de cualquier modo que no fuera con las piernas y brazos bien juntos y pegados al cuerpo, como debe de ser para una mujer recatada en esa sociedad.

Cuando alguien pasaba ofreciendo cigarros a todos, ella, por ser mujer, no podía ni siquiera tener la esperanza de que se lo ofrecieran, mucho menos a pedir uno. De nuevo, por ser mujer. Lo mismo para poder ir al baño. En ambos casos, no importaba cuantas ganas tuviera de una u otra cosa.

Total que le fue como en feria, y eso solamente por ser una mujer (aún una mujer turista) en una sociedad para la cual dicho género tiene pocas (por no decir nulas) consideraciones.

Parte de la polémica en la página hermana es el hecho de que los hombres (según la versión de ellas) no les tenemos la consideración que se merecen. Yo sólo puedo decir que la mayor parte del tiempo hacemos nuestro mejor esfuerzo al respecto (y nunca será suficiente), pero siempre se puede estar peor.... mucho peor.

La canción obsesiva del día: Pastora - Lola