martes, abril 13, 2004

La diatriba diaria sobre extrañas capacidades:

Empecemos por ponernos en contexto. Tras la moda de los reality shows en Estados Unidos, y ante la falta de ideas, una de las versiones más recientes juntaba a varias parejas en una casa que necesitaba múltiples arreglos.

Los ganadores se quedaban con la susodicha casa, tan sólo al precio de vender su escasa dignidad y aventarse los más desquiciados concursos a los que los productores los sometieron.

En fin, hoy martes por la noche acaban de estrenar la versión española de ese programa. No hay mucho rescatable que decir al respecto, salvo por un punto crucial.

Explotando al máximo el morbo de la audiencia, los productores se aventaron la genial idea (esto lo digo en el mejor sentido) de incluir en el concurso a una pareja homosexual, cosa que seguramente elevará considerablemente el rating.

En fin, mientras mi coprotagonista veía la presentación obligada de los concursantes que se hace en el primer episodio de este tipo de programas, pusieron primero a la parte femenina de dicha pareja homosexual, que vive con su madre y su abuela y tiene unas maneras muy delicadas para el metro ochenta que tiene.

Tan sólo con ver un par de sus gestos y oir su forma de hablar, lancé al aire un comentario al que nadie hizo caso (mujeres pegadas a la televisión suelen ser peores que nosotros los hombres cuando algo les interesa): sin pensarlo mucho, y pensando que quizá estaría equivocado, se me ocurrió mencionar que seguramente era gay.

Tras escuchar hasta la cocina (donde este abnegado narrador lavaba los platos y me acordaba de la anécdota en el blog de Chucho) el grito de Chelly cuando se sorprendió al presentarse a la pareja del gordito, caí en cuenta de hasta qué punto empiezo a desarrollar un incipiente gaydar que, pensándolo mejor, me vendrá bastante bien para evitar situaciones incómodas al conocer gente nueva.

No, si el conocer a tantos hace que a uno se le peguen estas cosas :P Vaya este comentario como felicitación por los 3 años cumplidos del cliente cautivo más exigente.

La canción obsesiva del día: Kevin Johansen - La Procesión