WATCHMEN
Escrita por Alan Moore, con arte de Dave Gibbons
Quis custodiet ipsos custodes ("¿Quién vigila a los vigilantes?")
Con esta frase tomada de las "Sátiras" de Juvenales, se nos adelanta el argumento de lo que es en realidad una profunda y complicada obra de arte secuencial. Watchmen es el estándar por el que todas las demás creaciones serias del medio de los cómics se miden en cuanto a su calidad, y con justa razón.
Todo comienza con los delirios paranóicos de un héroe medio loco llama Rörschach (que tomó a identidad y su símbolo del famoso test del mismo nombre donde se interpretan las figuras que uno ve en una mancha de tinta), quien sospecha firmemente que algo mucho más grande se esconde tras el asesinato de Edward Blake, "El Comediante", un antiguo vigilante (otro término para los super héroes del estilo de Batman o Daredevil) retirado que tenía nexos con el gobierno.
La historia transcurre en un Estados Unidos de 1985 muy distinto al que conocimos nosotros. La Guerra Fría sigue en pie, pero también lo hace Nixon, que continúa siendo presidente tras 3 periodos de gobierno y haber ganado la Guerra de Vietnam (gracias a la intervención de otro super héroe, pero deberán leer la historia para saber cómo). En este mundo, los héroes enmascarados están prohibidos gracias al Acta Keene, que se promulgó en 1977 después de una larga huelga policial y diversos disturbios en las calles del país.
A lo largo de la historia el lector (gracias a la magnífica construcción de Moore y Gibbons, cuyos lápices resultan geniales para reflejar el argumento del primero) se pregunta continuamente si Rörschach está realmente demente o ha descubierto en verdad un complot para asesinar super héroes y, lo que es peor, millones de personas inocentes.
Mientras es víctima de esta misma conspiración, Rörschach huye de la ley intentando reunirse con sus antiguos compañeros de aventuras en un intento desesperado por salvar al mundo y sus propias vidas, pero el descubrimiento que realicen los impactará hasta la médula y los hará enfrentarse con enormes dilemas morales mientras sus acciones deciden el nuevo rostro del mundo.
Sé que parece una historia demasiado compleja o demasiado simplista si se ve desde la típica perspectiva del "héroe que salva al mundo y no se ve afectado en el proceso". Sin embargo, la forma en que Moore y Gibbons construyen la trama se desarrolla de manera tan sutil y fluida que nos van llevando paso a paso de un misterioso asesinato a la toma de decisiones que afectan la vida de la Tierra como la conocen los personajes.
Mientras seguimos la historia de dos generaciones de vigilantes enmascarados (desde finales de la Segunda Guerra Mundial a la gélida sombra de la Guerra Fría), contemplamos como estos héroes buscan la redención de sus propios pecados y fallas, tan humanas como lo es la búsqueda de un sentido a nuestra propia existencia.
Todo esto y más es la historia de los Watchmen, aquellos héroes que son más que humanos precisamente porque sus poderes sirven para revelar su propia y cruda mundanidad.
Escrita por Alan Moore, con arte de Dave Gibbons
Quis custodiet ipsos custodes ("¿Quién vigila a los vigilantes?")
Con esta frase tomada de las "Sátiras" de Juvenales, se nos adelanta el argumento de lo que es en realidad una profunda y complicada obra de arte secuencial. Watchmen es el estándar por el que todas las demás creaciones serias del medio de los cómics se miden en cuanto a su calidad, y con justa razón.
Todo comienza con los delirios paranóicos de un héroe medio loco llama Rörschach (que tomó a identidad y su símbolo del famoso test del mismo nombre donde se interpretan las figuras que uno ve en una mancha de tinta), quien sospecha firmemente que algo mucho más grande se esconde tras el asesinato de Edward Blake, "El Comediante", un antiguo vigilante (otro término para los super héroes del estilo de Batman o Daredevil) retirado que tenía nexos con el gobierno.
La historia transcurre en un Estados Unidos de 1985 muy distinto al que conocimos nosotros. La Guerra Fría sigue en pie, pero también lo hace Nixon, que continúa siendo presidente tras 3 periodos de gobierno y haber ganado la Guerra de Vietnam (gracias a la intervención de otro super héroe, pero deberán leer la historia para saber cómo). En este mundo, los héroes enmascarados están prohibidos gracias al Acta Keene, que se promulgó en 1977 después de una larga huelga policial y diversos disturbios en las calles del país.
A lo largo de la historia el lector (gracias a la magnífica construcción de Moore y Gibbons, cuyos lápices resultan geniales para reflejar el argumento del primero) se pregunta continuamente si Rörschach está realmente demente o ha descubierto en verdad un complot para asesinar super héroes y, lo que es peor, millones de personas inocentes.
Mientras es víctima de esta misma conspiración, Rörschach huye de la ley intentando reunirse con sus antiguos compañeros de aventuras en un intento desesperado por salvar al mundo y sus propias vidas, pero el descubrimiento que realicen los impactará hasta la médula y los hará enfrentarse con enormes dilemas morales mientras sus acciones deciden el nuevo rostro del mundo.
Sé que parece una historia demasiado compleja o demasiado simplista si se ve desde la típica perspectiva del "héroe que salva al mundo y no se ve afectado en el proceso". Sin embargo, la forma en que Moore y Gibbons construyen la trama se desarrolla de manera tan sutil y fluida que nos van llevando paso a paso de un misterioso asesinato a la toma de decisiones que afectan la vida de la Tierra como la conocen los personajes.
Mientras seguimos la historia de dos generaciones de vigilantes enmascarados (desde finales de la Segunda Guerra Mundial a la gélida sombra de la Guerra Fría), contemplamos como estos héroes buscan la redención de sus propios pecados y fallas, tan humanas como lo es la búsqueda de un sentido a nuestra propia existencia.
Todo esto y más es la historia de los Watchmen, aquellos héroes que son más que humanos precisamente porque sus poderes sirven para revelar su propia y cruda mundanidad.
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